Mochileo en Jamaica

Jamaica es la tercera isla más grande del Caribe. Aunque es una isla muy conocida y turística, no es tan común encontrarte a mochileros viajando por su cuenta como podrás encontrar en otros países más orientales. Hay que decir que es una isla con mucho contraste, con mucha pobreza y mucho lujo al mismo tiempo, donde se pueden encontrar paisajes paradisiacos sin gente, otras zonas muy explotadas por grandes resorts de lujo y zonas donde puedes perderte para observar la peculiar y más profunda esencia jamaicana.

Itinerario:

Día 1: Dallas – Montego Bay: Vuelo de 3 h. 50 min.

Día 2: Montego Bay – Negril. Duración del viaje: 2 horas. Transporte: Taxi local.

Día 3: Negril

Día 4: Negril – Kingston. Duración 4 horas. Transporte : 2 taxis locales y un minibús local. Kingston – Port Antonio. Duración 3 horas. Transporte: minibús local.

Día 5 y 6: Port Antonio

Día 7: Port Antonio- Ocho Ríos: Duración:  2 horas. Transporte: Knuts Ford Express.

Día 8 y 9: Ocho Rios

Día 10: Ocho Ríos – Montego Bay: Duración 1 h. 30 min. Transporte: Knuts Ford Express.

Día 10 y 11: Montego Bay

Día 12: Montego Bay – Dallas: Vuelo de 4 horas.

Montego Bay – Negril

Cuando llegas a Montego Bay, igual que pasa en muchos países, tan sólo salir del aeropuerto te encuentras con una avalancha de gente autóctona que se ofrece para llevarte a tu destino. Siempre se puede regatear el precio, si tienes ganas y te tomas tu tiempo encontrarás algo económico. En nuestro caso, estábamos tan cansados que escogimos la segunda opción que nos ofrecieron; la primera opción era coger un taxi por el módico precio de 100 euros, la segunda era compartir un minibús con unos ingleses por 25 euros por persona ¡Atención! Se puede encontrar algo mucho más económico, pero hay que esperar y buscar distintas alternativas de transporte.

Como en todos estos países, los taxistas conducen como locos, aunque hay que decir que dominan, han recorrido las carreteras mil veces y se conocen todos los baches (que son muchos), y todas las curvas.

Tardamos unas dos horas en llegar a Negril, donde nos alojamos en un hostal llamado “The Westerder Inn” el cual recomendamos ampliamente. Estaba situado en una zona alejada del centro de Negril, pero con mucho encanto y con uno de los atardeceres más bonitos de la isla. Al estas apartados del centro, alquilamos una moto por 40 euros para movernos a nuestro aire con las recomendaciones de Terry, uno de los responsables del hostal que nos trató increíblemente bien.

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Negril es una ciudad pequeña y aunque algunos dicen que es muy turística, podemos decir que la mayoría de la gente es autóctona, y pudimos conocer la esencia de Jamaica en poco tiempo. En Negril, podríamos destacar las tiendas de la gente del pueblo, los bares colocados en los acantilados con música reggae y la tranquilidad con que la gente está dispuesta a dejarte entrar en su casa y enseñarte sus plantaciones de marihuana.  Hay que destacar que la marihuana no es legal en Jamaica, aun así, se encuentra mucha gente en la calle fumándola y si tienes entre 20 y 40 años, probablemente te ofrecerán hierba una media de 5 veces al día.

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En nuestros dos días en Negril, pudimos conocer una parte autentica de Jamaica, apartándonos de la parte turística, visitando sus casas, conversando con ellos sobre su cultura, y de paso, aprovechar los consejos más útiles para el resto de la ruta.

Ruta Negril- Port Antonio

En este punto del viaje, pudimos conocer las alternativas para moverse por la isla. En nuestro caso, viajábamos de Negril a Port Antonio, y buscábamos la opción más económica, por lo que cogimos un taxi local desde el centro del centro del pueblo hasta el Bus Park, el cual nos costó 90 céntimos de euro a cada uno. Cuando llegamos al Bus Park, nos dimos cuenta de que no había ningún turista (al menos ese día), estaba lleno de jamaicanos que se ofrecían a llevarnos, y siguiendo con los consejos que nos dieron en Negril, nos montamos en una furgoneta local por 7 euros cada uno y que cubría el trayecto hasta Kingston (aproximadamente unos 218 km). Tuvimos que esperar como 2 horas a que se llenase el autobús, y aunque iba llenísimo de gente, pudimos sentarnos en un sillón para nosotros solos con las maletas en los pies, ya que si no tenías que pagar el sitio de las maletas.  El trayecto duró unas 4 horas, ya que íbamos parando y el minibús cada vez se llenaba más, incluso con gente de pie que aguantó 3 horas sin sentarse. Hay que decir que no ponen aire acondicionado, abren todas las ventanas e incluso van con las puertas abiertas para que corra el aire. Además las carreteras están llenas de curvas, y son de un solo sentido, y aunque hay límites de velocidad la gente corre muchísimo e incluso se adelantan unos a otros aún y teniendo coches que están viniendo de cara.

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Al llegar a Kingston, cogimos otro taxi local por 90 céntimos de euro para que nos dejara en el “Bus Park”. Allí empezó nuestro calvario, casi sin darnos cuenta, ya estábamos metidos dentro de otro de estos minibuses o furgonetas locales que nos llevaría a Port Antonio.

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Creemos que este es uno de los peores viajes que hemos hecho en furgoneta. Al igual que el viaje anterior, éramos los únicos turistas, el conductor cogió nuestras maletas y las puso por debajo de la gente, donde él quiso, así como nosotros que fuimos manejados a su antojo; primero de todo entró Eli, que enseguida le dijo al conductor que no podía sentarse porque no había sillones. Este momento fue un caos, era la tarde de Nochebuena, la gente gritaba, y entre el bullicio de la calle, Eli hablando con el conductor y Abel intentando saber dónde ponían las maletas fue un gran alboroto. Nos acabamos adaptando a lo que nos esperaba. Eli tuvo que compartir sillón con dos jamaicanos más, y Abel estuvo todo el viaje de lado y muy apretado por una señora que se le durmió casi encima y un jamaicano que no se movía y no dejaba opción a movernos a los otros. La furgoneta estaba llenísima, nadie podía moverse e incluso la gente que bajaba antes de Port Antonio salía por las ventanas, tomando así la opción más fácil para salir de aquella lata.

Port Antonio

Port Antonio (Porty o Portland para los autóctonos) es un pueblo costero y muy poco turístico donde puedes encontrar bonitos paisajes con muy poca gente. Aun así, en toda esta zona tienes que pagar por entrar en cualquier playa o atracción turística. Nosotros nos alojamos una noche en una casa de un chico italiano que alquilaba habitaciones, donde puedes conocer a gente de todo el mundo por un precio muy asequible. Las otras dos noches las pasamos en un hostal más alejado del pueblo, justo delante de las Blue Mountains y del Rio Grande pero que estaba cerca de la carretera principal, por lo que era fácil hacer autoestop para ir al centro, nunca tuvimos que esperar más de 5 minutos.

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Entre varias zonas a visitar, se puede destacar el Blue Lagoon un sitio realmente tranquilo, para bañarte en las aguas cristalinas donde han rodado varias películas como Déjà vu, para disfrutar de un paseo en barco y de paso ver las zonas que lo rodean como la Monkey Island o la Bikini Beach. Es un buen sitio para pasar una mañana, normalmente no hay mucha gente y se puede hacer Snorkel.

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En Portland, también encontrarás la Frenchman´s cove, una de las playas más espectaculares de la isla, en la cual tienes que pagar para entrar (unos 8 euros), pero donde puedes disfrutar de la tranquilidad y del encanto de este lugar con aguas cristalinas, tranquilas y de arena blanca. El día que fuimos nosotros tuvimos suerte de que no había casi nadie, por lo que lo pudimos disfrutar a solas.

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Entre otras, también hay que citar la Winnifred Beach, Boston Bay y Long Bay,  en todas ellas hay que pagar uno 150 dólares jamaiquinos que equivalen a unos 90 céntimos de euro.

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Si tenéis intención de pasar unos días en este pueblo, es aconsejable coger un bus desde Texaco hasta Saint Thomas, donde podras disfrutar de unas de las cascadas más bonitas, llamadas Reach falls.

Ocho Rios

Ocho Rios es una ciudad mucho más turística, sólo llegar ya te das cuenta de que la ciudad está más desarrollada, hay más limpieza y tienes bares y restaurantes para ir a comer. Así que después de pasar unos días en las zonas más desfavorecidas, también nos apetecía poder ir a comer en algún sitio similar a lo que estamos acostumbrados. En Ocho Rios, nos alojamos en Reggae  Hostel, el cual recomendamos ampliamente, no sólo por la calidad y precio de las habitaciones, sino por su situación céntrica, y por el hecho de disponer de una cocina compartida.

En esta ciudad puedes encontrar muchas atracciones turísticas relacionadas con animales, todas con precios muy elevados y de las cuales pasamos totalmente (te puedes bañar con delfines, visitar el turtle park, etc…), así que vamos a describir brevemente las actividades que hicimos nosotros.

De las playas más bonitas de la zona podemos destacar la Reggae beach, vale unos 8 euros entrar y está un poco explotada; es una playa grande, con mucha vegetación, donde puedes relajarte tomándote una caipiriña debajo de una palmera y comer comida jamaicana mientras escuchas música. Aun así, si lo que buscas son playas vírgenes, sin gente ni restaurantes en la zona como buscábamos nosotros, no vayas a esta playa!  Nosotros fuimos a pasar la mañana y después aprovechamos la tarde para ir al mercado de la ciudad, donde puedes encontrar de todo. Como en todos estos países hay que regatear muchísimo.

Des de Ocho Ríos también se puede ir hasta Nine miles, para ver el mítico Mausoleum de Bob Marley. Es aconsejable buscar un grupo de personas que vayan, y entre todos coger una furgoneta, ya que si no, te puede salir muy caro. Llegando a Nine miles se puede parar a la pequeña escuela donde fue Bob Marley, la cual todavía está abierta para los niños del pueblo. También se pueden visitar plantaciones de marihuana de la gente autóctona (todos están dispuestos a enseñarte sus plantaciones, siempre y cuando les des una propina). Y finalmente llegas a la casa donde vivió Bob Marley, un sitio con mucho encanto pero demasiado turístico. Entrar vale unos 20 euros por persona y te hacen un tour por su casa, unos rastafaris cantan canciones suyas y puedes entrar a ver su tumba y la de su madre. Hay que decir que dentro se puede fumar marihuana, está totalmente aceptado, incluso al lado de la tumba, donde está prohibido fumar cigarrillos o beber alcohol, se puede fumar marihuana.

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Otro sitio con muchísimo encanto, fue el Blue Hole, nosotros fuimos después de visitar el Mausoleum, ya que venía de paso. El Blue Hole es una zona donde hay muchas piscinas naturales, se puede disfrutar para hacer un mini tour por toda la zona y saltar los barrancos que hay. El agua está muy fría ya que está todo cubierto de selva tropical, y casi no llegan los rayos de luz.

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Montego Bay

Al igual que Ocho Ríos, Montego Bay está caracterizada por la gran cantidad de turismo, zonas llenas de bares en las playas, y playas espectaculares aunque explotadas por los mejores resorts de lujo de la zona. En nuestra opinión, Montego Bay tendría mucho más encanto sin todas esas construcciones que rompen con la virginidad de la isla. Esta ciudad fue nuestro último destino, y si no fuera porque ya teníamos reservado un hostal en la zona, hubiéramos tirado marcha atrás.

Respeto a las atracciones turísticas, cabe decir que todas las actividades que desees hacer son carísimas, aunque algunas valen la pena. Hay que destacar, la Laguna Luminosa, uno de los sitios con más encanto de la zona, se trata de uno de los dos lugares del mundo donde podrás ver unas aguas fosforescentes durante una excursión nocturna.

Durante el día, puedes escoger entre una gran cantidad de playas bonitas, aunque llenas de gente y todas de pago. También hay que decir que existen un par de playas que no se cobra entrada, allí encontrarás gente local que va a pasar el día, y la verdad es que no están muy bien cuidadas.

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En general la experiencia en Montego Bay no fue de las mejores, al menos des de nuestro punto de vista como viajeros con mochila y sin mucho presupuesto. Nos gustó ir a nuestro rollo por unas aguas del norte, dónde empezamos a caminar y caminar por dentro del mar, con el objetivo de llegar en una playa bonita, y sin quererlo nos colamos en un Resort de Lujo, llena de gente de alto standing,  con las mochilas y en su playa privada, así que decidimos dejar las mochilas en un lado, darnos un chapuzón, aprovechar esa playa tan increíble e intentar salir al cabo de un rato por la puerta llena de seguratas, pasando desapercibidos.

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